viernes, 17 de noviembre de 2023

Hoohi ksmeten / El Refugio del Abuelo

                                       LAS FLECHAS MÁGICAS

Autor : Hemany         Inscripción Propiedad intelectual  N° 2022-A-8290


Así lo contaban los antiguos, así es como lo aprendí, y así es como yo lo cuento.  Una vez hubo un harowen en el que dejaron de hacer el tary porque los tiempos cambiaban, y el koleot invadía todo el territorio que habitaba el Selk’nam desde que la memoria es memoria, tomaban todo a su paso, devastaban la tierra, cortaban los árboles, perseguían al guanaco, incluso, querían adueñarse del conocimiento y de las flechas de los hombres.

Pero habían flechas que no eran visibles a los ojos del koleot ,ni de los hombres ni mujeres, pero telq’  las sentía a lo lejos, él sabía que iban a gran velocidad, conocía su silbido al cortar el viento cuando hoohi, su abuelo las lanzaba, y su corazón brincaba como guanaco en estepa libre, corriendo por salvarse de ese certero flechazo… pero estas, eran diferentes, eran mágicas, iban directo al corazón de la ballena que se sacrificaba por los hombres, después de todo, antes ella también fue parte del harowen y no lo olvidaba,






Hoohi no dejaba de cantar al son del viento, mientras la garuga amenazaba en convertirse en lluvia, pero a él parecía no importarle, estaba cantando, se le veía, se le escuchaba, más no se le sentía, estaba lejos, y su canto parecía llegar a las estrellas, mientras buscaba en el infinito con sus flechas invisibles a esa ancestral ballena que sacrificaría su cuerpo para que sus hermanos en la tierra puedan seguir con vida.

Telq’n, el niño lo observaba y emulaba todos sus gestos y movimientos mientras el anciano, detenía su canto de cuando en vez para lanzar las flechas, hasta que una de ellas dé, el golpe certero que traería consigo a una ballena a la orilla. Luego harían fuegos para invitar a todos los harowen de karokynká, a todos los que puedan verlo. Llegarían a disfrutar de la fiesta de la abundancia.

El pequeño no tardo en entender y descifrar el tary que llevaba su abuelo para llamar a la ballena sagrada, y quiso ser un xo’on más poderoso que su abuelo, le preguntaba y el abuelo tiernamente contestaba, era tanto el interés del niño, que el abuelo sintió que debía empezar a instruirlo en el conocimiento de los hoowen, pues ya tenía edad suficiente para demostrar que tenía las capacidades de aprender y seguir con la tarea cuando él ya no esté.

Con tanto afán practicó cada día las enseñanzas del abuelo, que con el tiempo se sintió listo, y tan grande eran sus ganas de demostrar que era más poderoso que el xo’on del harowen, que su ansiedad empezó a cegarlo, hasta que, en una entrada de invierno, cuando todo el haroowen debió marchar arrancando del koleot, y la carne empezó a escasear, debieron hacer campamento y los hombres salir de caza, siguiendo el paso del yoowen, el xo’on, para ir previniendo los peligros y proteger de la magia oscura del koleot a los cazadores, salió con ellos. -Cuida en mi ausencia la salud de la familia-, encargó hoohi a su aprendiz, y él con fastidio por no haber sido aun considerado hombre, sintió que su labor era menos importante. Solo asintió en silencio mirando la turba que se esponjaba a sus pies.

En cuanto los cazadores se perdieron en la espesura del bosque Telq’n corrió al kawe del xo’on, saco parte de los materiales que encontró para preparar el tary sagrado de su abuelo, y corrió en sentido contrario al de los hombres, hacia aquel monte desde donde el xo’on llamaba a Tanw, la ballena sagrada.




Cogió la pintura y comenzó a dibujar en su rostro y cuerpo el tary mientras salía, desde su propio diafragma el Ho, ho ho hooo ho ho…

En su corazón sabía que no estaba autorizado para llamar a Tanw , que los hombres habían salido a cazar y que la escasez mientras se desplazaban era normal, pues el koleot, no los dejaba asentarse como antes, ahora era normal caminar antes de tiempo, esconderse y que nada justificaba el invocar a la ballena sagrada, pero él quería demostrar su poder, quería ser el xo’on más joven, quería que reconocieran los mayores, que no necesitaba una iniciación, una prueba,  para demostrar que ya estaba listo para reemplazar a hoohi, el viejo xo’on

Ho, hooo ho hooo ho hooo, seguía cantando hasta que se vio a si mismo con el mismo tary que el abuelo usaba para invocar a las estrellas el poder de llamar a la ballena a la orilla y comenzó su canto. Repetía y repetía, invocaba y llamaba.

De pronto cayó la lluvia, más él no se detuvo, llegó a cantar Sheyt, casi sobre su cabeza, como anunciando malos tiempos y cayó la nieve, pero no se detuvo, estaba tan cerca que no detuvo su canto ho ho hoooo

El cielo oscureció tanto y el viento lo azotó contra un árbol, pero él no detuvo su canto y cuando ya estuvo listo saco las flechas mágicas y las lanzó cantando con más fuerza… ‘ochin hooo ho ho o’chin hooo

Fue tanta la fuerza que salió desde sus brazos que sintió cómo se incrustó aquella flecha en el cuerpo de la ballena y sintió miedo, pero ya no podía detenerse…ho ho ho… comenzó a tirarla con todas sus fuerzas, invocando a los ancestros, pero al terminar de tirar …se encontró de frente con los ojos enfurecidos de Tanw, el espíritu sagrado de la ballena, la ancestra estaba molesta, pues al no haber escasez en el harowen,  llamar a una ballena que se sacrifique por los hombres, solo por la vanidad de demostrar poder, era un muy mal acto que no correspondía a las enseñanzas de los antiguos.




Tanw enfurecida lo arrastró hasta el mismo mar en donde debía ver con sus ojos el sufrimiento de la ballena, hizo que sintiera su sufrimiento y que la acompañara durante su agonía. Fue tal el terror que sintió el niño que prometía jamás volver a usar el tary sin permiso, pero era tarde, prometió no volver a intentar ser mejor que su abuelo, pero era tarde…juró que nunca volvería a desear ser otra persona, se arrepintió de haber lastimado a la ballena y le pidió perdón, pero la ballena parecía seguir agonizando sin remedio, hasta que en medio de su arrepentimiento y dolor, se ofreció a morir en lugar de ella, le rogó a Tanw le permitiese tomar su lugar, solo entonces la tormenta pareció amainar….

Tres días después despertó con los cantos y el olor del asado…su cuerpo estaba débil y no pudo moverse, fue Hoohi, su abuelo quien le sostuvo la cabeza y le acercó la concha con agua para que bebiera, miró hacia afuera, la hoguera era gigante, todos cantaban reían y bailaban…la caza había sido buena, había abundancia¡¡




Qué pasó peguntó el niño… Hoohi con voz severa pero comprensiva, le dijo que, al volver de la caza, las mujeres lloraban porque él había desaparecido camino hacia el gran mar…te buscamos, solo el canto de la ballena que saltaba en el mar nos hizo mirar hacia la playa, allí estabas en la orilla, mojado y casi muerto.

El niño se incorporó y salió del kawe para reunirse con los otros niños, mientras el anciano le pregunta algo confuso…no te vas a quedar aquí para aprender una canción sagrada ¿para sanar?

El niño quedó pensando con la mirada en el infinito para responder, quizás cuando sea más grande, ahora voy a jugar con los otros niños abuelo, el abuelo lo vio salir y en su rostro se dibujó una sonrisa de agradecimiento.


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