viernes, 17 de noviembre de 2023

Hoohi ksmeten / El Refugio del Abuelo

 

                                     Sheyt la mujer lechuza


Original Hemany

Propiedad Intelectual N°2022-A-8290


Cuentan los antiguos, que, en aquel tiempo, en que nuestra tierra era toda de los hijos de padres y madres sagrados, de aquel tiempo en que no había diferencia entre el ser caminante, danzante, volátil y rastrero…en ese tiempo, dicen los hoowen que así sucedió, y así lo contaré.

Sheyt era pretenciosa y deseaba con todas sus fuerzas tener un chikol, por eso fue que volando salió del bosque y llegó al mar… posando sus patas en la orilla, rozó en sus plumas la suave espuma salina convirtiéndose en una hermosa mujer. Entonces Sheyt cantó y bailó para el mar que la miraba asombrado, y agradecido le regaló las más bellas cacacolas que ya estaban vacías, pues sus diminutos habitantes gustosos habían dejado sus conchitas para que Sheyt pudiera cumplir su sueño.

Fue así como Sheyt, mientras aún tenía su forma humana, hiló el más bello collar, su chikol era largo, brillante, con esos tonos tornasol que hacían alucinar a quien los viera. Entonces se puso su collar y salió volando entusiasmada y desconcentrada de la maniobra, pues, sólo tenía atención para ver brillar su chikol, el que, por ser muy largo, también pesaba más de lo que ella podía sostener. Feliz, iba cantando y riendo, danzando al compás de shenw…pero entonces shenw absorto por la danza locuaz de Sheyt se desconcentró y sopló y sopló mientras ella feliz giraba mirando el brillo de su collar, hasta que de un golpe al suelo fue a dar…

Cayó agotada en medio de la turba y con el peso del chikol no pudo sus alas desplegar, sintió tal cansancio y al frío del lodo comenzó a reaccionar, sus plumas mojadas en mujer la convirtieron y con tal peso la turba no pudo sostenerla, ella sin asombro ni miedo simplemente mirando su collar se dejó llevar.

Dicen que el cielo se puso triste, y que la lluvia empezó a espesar, la nieve cayó mientras el canto de Shenw aún se podía escuchar.

Cuentan los antiguos que ella se unió a la turba como si fuera parte de ella, y en un eterno letargo, descansó mientras aún se podía escuchar los últimos suspiros melodiosos convertidos en canción.

 Cuentan los hoowen que cuando canta Sheyt, la nieve se aproxima para recordarnos que ella aún permanece en el fondo de la turba, cuentan que cuando ha caído mucha nieve y aparece el sol, se puede ver el reflejo de su chikol en medio de la turba, dicen los hoowen que sólo lo pueden ver aquellas mujeres que no temen al frío y a la nieve, ni al canto de Sheyt.







 





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