Ante la mirada atónita de nuestra
comunidad Selk’nam Covadonga Ona, se
consumen rápidamente los bosques de nuestra amada Karokynká.
El martes 25 de enero pasado, ya a las 9 de
la mañana se conocía la noticia, pero los caminos desconocidos de la burocracia
en la que el sistema opera encienden la
frustración de quienes no tenemos poder económico ni político, nos hizo tener
que esperar hasta que los “protocolos” permitieran dar la máxima alerta.
Un foco de incendio que debió ser atendido
con extrema urgencia para evitar su expansión simplemente quedó atrapado en
conductos regulares mientras los bosques de lenga ardían.
Para nosotros los selk’nam es ver como arde
nuestro cuerpo, nuestros ancestros, nuestro territorio, que sin importar quien
lo habite o administre hoy en día, siempre será nuestro hogar ancestral, y
cuidarlo, valorarlo y conservarlo como un tesoro para que las generaciones
futuras lo conozcan y lo vivan es parte de nuestra esencia, no somos dueños de
la Tierra, somos parte de ella y en este momento vemos como ardemos.
Hoy en día, cuando a nivel mundial se llama
a la conciencia, con una emergencia climática que nos tiene al borde del
colapso planetario, Chile, se deja espacio para perder miles de hectáreas de
bosques prístinos. Los mejores que existen en el mundo a esa latitud.
La Isla grande de Tierra del Fuego es un
lugar apartado, con un territorio extenso y con poca accesibilidad, en donde
existen grandes extensiones de bosques y turberas que se encuentran protegidas,
razón suficiente para prever que una emergencia de esta magnitud no era
imposible, la pregunta es ¿por qué no se tomaron medidas precautorias adecuadas
y eficiente? ¿Cómo es posible que las comunas más alejadas y rodeadas de bosques
no cuenten con una compañía de bomberos? ¿O que al menos exista un punto de
Conaf estable? Miles y miles de kilómetros de bosques desprotegidos.
Ahora que estamos inmersos en medio de una tragedia sin precedentes, simplemente observamos cómo el viento arrastra las llamas y sentimos la desprotección de un sistema que evidentemente debe subsanar todas las deficiencias que hoy quedan en evidencia.
Es cierto que las voluntades existen y que
se han movilizado los esfuerzos, tarde, muy tarde. Esta tragedia pudo abordarse
desde el día 1, y quizás hoy estaríamos con las llamas controladas y con un
incendio forestal en vías de ser apagado. Pero es todo lo contrario, estamos
con una emergencia que amenaza con llegar al Parque Karukinka, con arrasar las
turberas, que justamente son el foco de atención mundial para el cuidado del
planeta.
Como en toda tragedia, debemos unirnos y
dejar los análisis de lo sucedido para cuando podamos hacer el recuento del
daño y comenzar a reconstruir y reforestarnos.
Los costos para enfrentar esta tragedia son
muy altos y aunque tarde, las alertas amarilla y roja ya fueron decretadas. pero
no basta, hablemos muchos quienes queremos ayudar y el llamado es a hacernos
presente.
La comunidad Covadonga Ona se ha puesto a
disposición para aportar. La Corporación Selk’nam Chile y la Fundación Hach
Saye hacen el llamado a través de sus redes sociales a cooperar. Estamos
sumando esfuerzos con diversos aliados, y
tratando de estar y ser útiles. Sabemos que todo lo que podamos hacer es
poco, sin embargo, hacemos el llamado al país, a las autoridades. Se requiere
con urgencia más aeronaves de ala fija pesada, aviones C130 de 1.500 litros,
sabemos que el costo es alto, pero ese es el sentido y mejor uso del dinero.
Chile siempre se ha destacado por ser solidario ante la adversidad, y esta es
una emergencia territorial, de país y de mundo…hoy en día ningún bosque sobra,
cada árbol falta en el planeta y no debemos darnos el lujo de sentarnos a mirar
cómo se consume el bosque.
Un incendio forestal, no importa en qué
lugar de Chile se encuentre…debe ser de máxima prioridad y ser atendido de
inmediato con todos los recursos que sean posibles, no son solo bosques, es la
vida de todo el planeta lo que se arriesga.
Las oraciones, los cantos de los ancestros
y los cantos de la comunidad Selk’nam Covadonga Ona suenan en nuestros hogares
y corazones, que nuestro llanto sea escuchado como un llamado de auxilio.
Pedimos a nuestros ancestros a los hermanos de los Pueblos
se unan en nuestro ruego por lluvia.