miércoles, 28 de octubre de 2020

CORAZÓN DE TURBA / HOL-HOL TOL

 




Mucho se dice de la conservación, la biodiversidad, la sostenibilidad y otros bellos conceptos a veces inalcanzables para quienes viven el día a día sin entender sus significados

Antes, mis mayores, mis ancestros no hablaban de biodiversidad, ni de conservación, ni de defender el medio ambiente, para ellos todo lo que se habla hoy en día sería incomprensible.

Ellos vivían desde la comunión con todo ese entorno que hoy se dice está en extrema vulnerabilidad. Ellos eran parte del paisaje, y así lo entendían. Es por esta razón que jamás tomaban de la naturaleza lo que en realidad no se necesitaba, no se acumulaban cosas ni se guardaba para el futuro, porque la Madre Tierra siempre proveía lo que era necesario para la vida, en el momento y lugar que se requería.

El hombre solo cazaba para alimentarse y vestirse, jamás para acumular pieles en señal de riqueza, tampoco sacaba todos los frutos de un árbol, porque debía dejar que las aves y animales del bosque se alimenten así mismo ellos dejaban que los frutos restantes maduren y caigan al suelo para que vuelvan a germinar, de esa manera de aseguraba el alimento para el futuro, dejando que la naturaleza siga su normal flujo, los antiguos lo sabían y respetaban cada estación, cada ciclo y cada proceso.

Hoy en día la simpleza de lo cotidiano ya no tiene importancia, la sabiduría del que vive en el territorio, que convive con el viento, con la nieve y con la historia parece ser invisible a los ojos y conciencia del mundo, pues la arrogancia del ser humano nos ha llevado a la multi clasificación, con términos rebuscados y poco prácticos que el grueso de la población poco o nada entiende, es así como las personas se alejan de grandes cruzadas y campañas porque no entienden la verdadera dimensión de lo que se quiere explicar y no se sienten parte del problema.




La muerte no debería tener tantas formas de citarla evadiendo su significado, porque si entendemos la dimensión de la muerte, entonces valoraremos la dimensión de lo que significa en realidad la vida, sobre todo cuando está ahí ante nuestros ojos y aun así no la vemos

Cuando conocí las turberas, no le di la importancia que merecían, era un término que asocié con otras cosas, pero cuando me di cuenta que estaba relacionado a los humedales, literalmente pare las antenas, y me dedique a buscar información.

Nací en la ciudad de Valdivia y los humedales que allí existen son impresionantes, maravillosos, llenos de vida, y siempre están en peligro amenazadas por la avaricia e ignorancia de algunos inescrupulosos. Desde que tengo uso de razón que ha sido así.

Sólo cuando entendí que estaba frente a un pariente cercano y casi mellizo del humedal empecé a abrir mis ojos, mi mente y mi corazón.

Fue tal el impacto que recibí en mi ser, que sentí la necesidad de conocerlas, de acariciarlas y de hablar con ellas y contarle a todos lo que mi corazón escuchó.

Me di cuenta que poco o nada se sabe de las turberas y toda la problemática existente y las consecuencias que su destrucción podrían afectar al planeta. La gente común, la que va de compras al supermercado, la que pasa su vida trabajando para vivir, esa que paga impuestos y que nunca se cuestiona lo que la televisión dice, esas personas no saben nada de las turberas, es más, algunas ni siquiera conocen el término o no saben en dónde están, son como yo hace algún tiempo atrás.

Hablar de las turberas es más que hablar de la sabiduría de la madre naturaleza, ellas, como parte casi imperceptible en los paisajes románticos, esconden todo un mundo y su propio sistema para dar equilibrio al ecosistema, ellas se alimentan literalmente de lo que nosotros morimos, carbono…entre otras substancias es así como la comparo con un hígado gigante en este bello cuerpo del ser más grandioso que conozco, nuestro planeta.



Quizás uno de los desafíos más grandes que he aceptado, fue ir a representar a mi pueblo a la Minga Cop 25, en Madrid España el año 2019. Allí los representantes de pueblos originarios de diversas partes del mundo llegaron a exponer sus problemáticas medioambientales y pude darme cuenta que se habla poco o casi nada de las turberas que existen en el mundo. En mi mundo, son las de Tierra del Fuego las que cautivan mi corazón, pero todas, absolutamente todas merecen ser conocidas y protegidas.

¿Cómo explicarlo en forma simple? La turbera es un tipo de humedal donde se acumula la turba una vez que se muere y la turba no es otra cosa que la acumulación de materia orgánica vegetal en el proceso de descomposición a través de los años (miles de años), ellos, en una danza invisible entre varios componentes se convierten en cazadores de carbono, manteniendo la biodiversidad, también almacenan grandes cantidades de agua dulce y lo que no es menor, conservan la materia tanto tiempo que se convierten también en grandes protectores de patrimonios arqueológicos, son algo así como museos vivientes de los que no debiéramos sacar nada, ellos nos hablan del pasado y protegen el ecosistema para el futuro ,además, son el hábitat de innumerables especies de flora y fauna.

La explotación de las turberas constituyen un gran peligro en el ecosistema, y la biodiversidad para las generaciones futuras, lamentablemente y desde hace mucho tiempo, éstas se están viendo seriamente dañadas por la acción del hombre. La turba se usa para sistemas de purificación de agua, también en el negocio de tierra como abono, y lo que es peor, se están concesionando para la minería y su extracción de agua.

 

¿Cuál sería el punto?, dejar de ver a las turberas como un bien comercial que produce riquezas sería una solución pero ya es tarde para eso, el ser humano no olvida un punto definido cuando de por medio está la posibilidad de enriquecerse.

La verdad es que debieran existir políticas para la defensa de las turberas, que regulen su utilización responsable en procesos tanto productivos como extractivos, ya que evitar que las exploten es casi imposible.

A esto debiéramos sumar la información cercana y efectiva, un acercamiento entre los profesionales que estudian largos años y que entienden estos procesos desde la ciencia, tendrían que encontrar la forma de explicarlo en un idioma claro, sencillo y efectivo, para que esa dueña de casa que va al mercado y vea esas plantas hermosas con un rótulo que dice que tiene tierra de turbera, entienda que si la compra está avalando un negocio que literalmente mata a pausa al planeta.

Un ser humano que no tiene hígado muere, un ser humano con los riñones enfermos muere….el planeta sin turberas, sin humedales y sin humanos conscientes correrá el mismo destino, y con él nosotros, como seres vivientes y parte del ecosistema



Mi corazón hoy late más fuerte, porque estoy consciente que desde hoy será todo diferente, ya no miraré el paisaje con los mismos ojos, ya no será solo un bello paraje para tomar fotos o para plasmar en un óleo… o en un poema, desde hoy el latido de mi corazón estará sincronizado con el de las turberas porque mientras mantengamos los latidos fuertes, tenemos la esperanza de seguir con vida por muchas generaciones.

 

Hemany

Junio 2020

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