jueves, 27 de octubre de 2022

Tierra del Fuego: más allá del imaginario... El pueblo Selk’nam vive

 

Artículo incluido en el libro  "Magallanes 1520-2020: Historias, Pueblos, Imágenes.

social-Editores

André Menard- Oscar Aguilera (Editores)

Facultad de Ciencias sociales. Universidad de Chile

Universidad de Magallanes




Introduciendo el tema

A través de este trabajo narrativo intento compartir mi visión personal de los aterradores sucesos ocurridos años atrás en Tierra del Fuego, y que hasta hoy arrastran consecuencias a los descendientes Selk’nam, habitantes naturales del territorio, a causa de un genocidio amparado por los estados de Chile y Argentina, pueblo y genocidio no reconocidos por la historia oficial ni por el estado de Chile.

Mi experiencia personal, como ciudadana chilena y descendiente Selk’nam, me lleva a la reflexión y análisis de lo que ha sido la realidad de muchas familias en Chile, que viven su identidad bajo el anonimato y el miedo transmitido por los que sobrevivieron a las masacres, ampliamente documentadas, que ocurrieron hace menos de 130 años, lo que constituye una memoria histórica reciente. Los Selk’nam nos encontramos hoy mimetizados con la población general y  mayoritariamente lejos de Tierra del Fuego, pero sin haber perdido el vínculo con nuestra cultura, nuestra memoria y nuestra identidad, que permanecieron a resguardo entre las paredes de nuestros hogares por varias generaciones. A fuerza de la negación social, y de ser constantemente espectadores de homenajes, algunos simplemente caretas para levantar negocios cimentados en nuestra cultura, hubo que sacar de alguna parte la fuerza para levantar la voz y decir que los descendientes estamos vivos, tenemos memoria y no volverán a callarnos.

En este trabajo se encontrará algo de historia complementaria a la oficial, y se conocerán algunos procesos de sobrevivencia de familias Selk’nam, impregnados de discriminación y en medio de la negación del entorno frente a una realidad que hasta hace muy poco tiempo no se quería conocer en nuestro país. Romper con la barrera del imaginario colectivo ha sido muy difícil, el romanticismo que rodea la memoria, que aun hoy en día se percibe en la zona, de un pueblo pacífico e indefenso, masacrado pero rico en mitología y espiritualidad, ha dado origen a una negación de la gente frente a la realidad, la cual es que los Selk’nam de hoy no somos personas envueltas en cueros, no pintamos nuestro cuerpo y no realizamos ceremonias. ¿O sí? Aun hay reticencia para aceptar que sí hubo Selk’nam que sobrevivieron. Pero... ¿Cómo vivimos nosotros estos hechos?

Se habla mucho de mi pueblo, desde que entré al colegio hace ya tantos años, mi percepción era que en Tierra del Fuego y los canales australes no había nada, que era un espacio vacío, un territorio lleno de imágenes pre-históricas. Los profesores apenas mencionaban esta parte del mapa y, si alguna vez se comentó, sólo era para hablar de pueblos ya extintos, de la edad de piedra, de cazadores que quedaron perdidos en el tiempo como antiguas razas de las que sólo hay vestigios en algún museo. Pero dentro de mi hogar había otra realidad, una que parecía ser un espejismo frente a todo lo que el entorno me transmitía. Veremos por qué.

 

Llega el progreso a Karokunká, comienza el genocidio

El proceso de colonización en lo que hoy se conoce como América comenzó con la llegada de Cristóbal Colón en 1492, y con él se inicia la llamada “evangelización”, en la cual los habitantes del territorio se vieron acorralados ante la ambición de estos visitantes, llegados para quedarse y adueñarse de todo. Por el extremo sur del continente se empezaron a desencadenar también procesos de intervención, como el paso de Hernando de Magallanes por ATELÈLÈ[1], un brazo marítimo que separa la isla grande de Tierra del Fuego o KARWKYNKÁ[2], en 1520. Este hecho marcó el inicio de lo que se conocería como la colonización tardía de Tierra del Fuego, en donde paulatinamente empezaron a llegar más embarcaciones y con ellas hombres que no tardaron en encontrar razones económicas para quedarse.

Todo este proceso de invasión, colonización y establecimiento de fuertes “en el nombre de Dios” y la corona Española, trae como consecuencia la creación de la República de Chile hace apenas 200 años. Y de alguna forma los pueblos pre existentes en el territorio pasaron a ser parte de ella, y tuvieron que asimilar y transar dentro de sus propias costumbres el cómo se adaptarían a esta nueva forma de vida que el extranjero le imponía en forma violenta, lo que produjo no solo el mestizaje entre personas, sino también la mezcla de costumbres, idioma y otros aspectos que permitieron, a pesar de esta especie de mimetización cultural involuntaria, mantener y defender la identidad a través de los años.

La tardía colonización de Tierra del Fuego no dio lugar a un proceso paulatino, sino, por el contrario, se produjo una violenta intervención. Solo entre mediados del siglo 19 y principios del siglo 20, ya estaba escrito el destino del Selk’nam. La reducción de sus clanes a través de matanzas pagadas para quitarles las tierras, y el exilio de los que fueron enviados a isla Dawson para ser evangelizados por los Salesianos, es parte de la historia que se conoce y reconoce oficialmente, pero existen otras, entre líneas, que aun sabiéndose no se reconocen, como por ejemplo las acciones a través de las cuales muchos Selk’nam fueron sacados en forma violenta y silenciosa de la zona para servir a las familias de los colonos, o llevados en los barcos como marineros, militares, o a las minas. Este hecho creó para sus espectadores fueguinos la sensación de que no quedó Ona vivo.

Hubo un hecho que, a pesar de saberse y estar ampliamente documentado, sus consecuencias parecen ser invisibles para la historiografía. Y es que había Selk’nam que aún vivían en tolderías y deambulaban por Tierra del Fuego intentando mantener su forma de vida natural a fines del siglo 19. Esto se aclara después de conocer el sumario de vejámenes cometidos en Punta Arenas en 1895 contra 165 indígenas Selk’nam que fueron capturados y aprehendidos en el sector de Bahía Inútil, los que por acuerdo con los Salesianos que mantenían la “Misión de San Rafael” en Isla Dawson, debían ser llevados a ésta, para su evangelización y civilización. Sin embargo, por capricho del entonces gobernador de Magallanes, Manuel Señoret, fueron llevados a Punta Arenas para ser obsequiados como trabajadores a los colonos del círculo cercano del gobernador. Al darse cuenta éste que sus amigos no querían aceptar a los adultos por ser estos difíciles de enseñar, “domesticar o civilizar”, se empezaron a repartir niños sin contemplación ni autorización de sus padres[3].

 

Degradación, humillación

Aquí, tenemos en forma clara y comprobada una de las tantas aberraciones a las que fueron sometidas las familias Selk’nam, tratadas como objeto, pues sus hijos eran arrebatados de los brazos de sus madres entre sus llantos y gritos sin que los hombres pudieran ayudarlas. Familias completas fueron separadas. Los niños de hasta aproximadamente 14 años fueron entregados a los vecinos de Punta Arenas que quisieran tener un chiquillo para “educar” y tenerlo casi como mascota exótica; estos niños eran enseñados para servir como mano de obra muy barata o gratuita. Los que se consideraban mayores de 14 años fueron derivados y entregados al trabajo tanto del cuartel de la policía como a embarcaciones, al trabajo en las minas o llevados a las salitreras del norte. No podemos dejar de mencionar que muchas de estas niñas y mujeres jóvenes fueron esclavizadas para el comercio sexual.

Los adultos, en cambio, fueron extraditados fuera de la ciudad, donde se les levantó un campamento de casuchas, pues eran un “foco de problemas” para los vecinos por sus costumbres tan “incivilizadas”. Allí muchos se enfermaron y las mujeres eran continuamente abusadas. Estos nefastos episodios, a pesar de que se conocen y están documentados, parecen haberse diluido desde las páginas de algún libro. Existen registros gráficos y declaraciones que dan cuenta del sufrimiento de las mujeres Selk’nam, que lloran y gritan por las calles de Punta Arenas buscando a sus hijos, golpeadas por pedir que se les devolvieran; mujeres que finalmente entregaban su trabajo y cuerpo para poder sobrevivir en esta nueva y forzada realidad.

La gran pregunta es ¿qué paso con todos estos niños Selk’nam, que fueron regalados bajo la figura de adopciones irregulares? Mientras se desarrollaba el juicio se conocieron testimonios que dan cuenta de que estos 165 Selk’nam no fueron los únicos en este período de la historia, que se transaron como si fuesen mercadería. Desde mucho antes, las tolderías Selk’nam eran atacadas, mataban a los adultos y se llevaban a niñas, niños y jóvenes para ser entregados a quienes los requerían. ¿Qué pasó con ellos? ¿Existen formas de cuantificar la cantidad de ellos que fueron sacados y obligados a servir en las casas de los colonos antes de 1895?

A pesar de que se realizó un sumario y quedó clara la presencia  Selk’nam en el territorio chileno, pareciera que este capítulo de la historia nunca hubiese sucedido. El sumario se cerró sin culpables ni castigos. Lo peor, nunca se investigó el paradero de niñas y niños. Es como si el estado nunca se hubiese enterado.

Martin Gusinde, conocido antropólogo alemán que llegó a Chile en 1918, hizo importantes investigaciones sobre nuestro pueblo y dejó indiscutibles datos en sus informes, los que debieran analizarse con más detenimiento.

En su carta al señor gobernador de Magallanes predice un futuro devastador:

Señor Gobernador, Es para mí un deber muy grato presentar a esta gobernación el informe sobre los medios de proteger y radicar a los indios de la Tierra del Fuego en conformidad a lo dispuesto por el señor ministro de relaciones exteriores, entonces Don Luis Izquierdo, con fecha de enero de 1923 (L. C. Sec.CN, N°4); a fin de que esta gobernación se sirva transmitir dicho informe a ese departamento.

1)    En cuanto a los indios Ona que se encuentran en la isla grande de la Tierra del Fuego, el infrascrito considera a nuestro supremo gobierno ya libre de la obligación de intervenir en la protección de esta tribu, en cuanto todos los sobrevivientes indios frecuentan, hoy en día, casi exclusivamente el territorio Argentino[4]. 

En el momento, Gusinde no consideró decir que “casi” no quedaban Selk’nam en Chile, y olvidó mencionar a los que en aquella época se encontraban trabajando como sirvientes con las familias de la zona, o a los que fueron sacados del territorio. Puede haber sido por desconocimiento de los hechos o por pensar que ya estaban chilenizados, absorbidos por la civilización blanca, razón por la cual ya no se les debía considerar indígenas Selk’nam. Quizás fue una tendencia de la antropología purista de la época. Con todo, queda claro a mi parecer que Gusinde sí da fe, en su amplio trabajo, de que en los años 20 aún quedaban tolderías con familias Selk’nam que intentaban mantener su forma de vida.

En los años 60, la antropóloga estadounidense Ann Chapman terminó de sellar la versión de la historia que nos da por extintos, pues al realizar su trabajo de campo en Río Grande, no se tomó el trabajo de buscar Selk’nam en Chile. Podría entenderse que si basó su trabajo en el de Gusinde, haya dado por sentado que en Chile ya no quedaban; sin embargo, en Rio Grande mismo, ella trabaja solo con dos mujeres, las que a su parecer eran de padre y madre Selk’nam, y niega el derecho de identidad a todos los demás que, mestizos o no, eran Selk’nam por derecho de sangre e identidad. Al morir Lola Kiepja (1966) y Angela Loig (1974), presentadas por Chapman como las últimas onas de origen puro y últimas hablantes del Selk’nam Chan (idioma Selk’nam), se asume extinto el idioma y con él toda una cultura y un pueblo.

No es el ánimo de quien escribe criticar a quienes debemos tanto testimonio escrito de nuestra cultura. Por el contrario, les agradecemos haber cimentado las bases para importantes publicaciones, merced a las cuales hoy en día podemos cotejar la historia que se conoce como oficial con las historias que han seguido respirando al interior de nuestras propias familias, casi como leyendas. Nuestro proceso de vida ha pasado por etapas muy dolorosas que no nos permitieron ser visibles al ojo de estudiosos y letrados.

Quizás entenderlo puede ayudar a disipar tanta duda que cae sobre nuestra existencia como herederos de una cultura milenaria que se ha resistido a morir, y se ha mantenido escondida a resguardo del dolor que significa ser Selk’nam en estos días. Lo primero que debemos entender es que no solo sobrevivieron niñas, niños y jóvenes Selk’nam; también lo hicieron adultos que deambulaban en el territorio tal como era su costumbre y que se asentaron en los alrededores de la misión de La Candelaria, aunque mantuvieron su transhumancia entre Chile y Argentina, mimetizados como peones de estancias. Una vez que se les vio trabajando, con ropa a la usanza chilena y como parte de la nueva sociedad magallánica, ya no se les consideró indígenas. Algunos emigraron a otras ciudades para buscar un futuro lejos de los cortadores de orejas, y borrar de esta forma su rastro en defensa propia.

Las niñas y niños que salieron de Tierra del Fuego con edad suficiente como para mantener recuerdos, se aferraron a ellos. La primera intuición de supervivencia les hizo callar; el silencio y la obediencia los mantuvo con vida, pero no olvidaron sus raíces, algunos mantuvieron incluso palabras, sonidos y costumbres muy escondidas, las que una vez siendo adultos, traspasaron desde el silencio a sus hijos, con temor. Solo quedaban los ejemplos que padres y madres daban sin voz a hijas e hijos, se mantenía así una continuidad sin mayores explicaciones. Los más pequeños fueron los más afectados, pues habiendo sido destetados física y culturalmente tan temprano, no pudieron guardar memoria alguna; estos casos son los más difíciles de seguir, pues aparecieron en alguna ciudad, con nombre chileno pero sin pasado. Son seguramente los que dejaron una descendencia sin memoria, con un vacío tan grande que sus descendientes hasta el día de hoy viven con angustiosas sospechas de un origen incierto.

Atelèlè fue mudo testigo de la llegada del progreso, la civilización y la industria a la zona. El precio fue alto, y fueron los pueblos indígenas  prístinos quienes debieron pagarlo.

 

La discriminación de ayer y hoy: el estado chileno

Cada año las fechas marcan la historia para los pueblos primigenios que coexisten en Chile. Por ejemplo, junio es el mes de los pueblos originarios, y se ha instaurado como feriado legal el día 24, que coincide, días más o días menos, con el solsticio, un acontecimiento natural que para ningún pueblo originario de América del sur es indiferente. Sin embargo, se desconoce su verdadero sentido desde la vivencia y la conciencia cultural. Se realizan diversas actividades que sin duda se organizan con nobles intenciones, pero que cobrarían un mayor rigor y más fuerza si se sustentaran en el conocimiento a partir de los protagonistas de su historia. Es así que observamos con desazón que un espíritu paternalista sigue primando desde la institucionalidad y la academia hacia las culturas que se quiere “homenajear”.

No basta la sola interpretación de una costumbre o ritualidad, ya que las personas indígenas tienen hoy la preparación para hablar por sí mismas, y esto hace que en los hechos sigan siendo discriminadas y tratadas indirectamente con un poco sutil paternalismo. Y es que cuando la interpretación de lo nuestro por alguien que no es indígena asume una forma vicaria y se posiciona como referente, ese alguien se muestra como interlocutor de quienes esperan y tienen todo el derecho de expresar y enseñar su cultura, tal y como se les ha traspasado por herencia y tradición. Esta es una situación que no ha cambiado y que seguirá latente mientras no exista una valoración de lo que es el sentir desde el interior de una cultura. La interpretación y clasificación, ya no en manos ajenas, sino además inconsultas, podrían verse como sobrepasando los límites de un legítimo derecho al respeto.

Volvamos atrás, la discriminación heredada de generación en generación, junto con la llegada de las primeras embarcaciones que cruzaron el Estrecho, se propaga hasta el día de hoy por diferentes vías. Es así que grandes personajes que la historia oficial mantiene de referentes, como Charles Darwin, cimentaron la idea de que los fueguinos eran seres inferiores, sin alma, casi animales… A partir de esto podemos entender que muchas personas se apoyaron en esta teoría para hacer la vista gorda de todos los abusos que ocurrieron en pos de un progreso que era para todos, menos para quienes habitaban por miles de años en el territorio.

Tomar una mujer Selk’nam, Aonikenk, Yagan o Kawésqar para la entretención y satisfacción de los hombres rudos que llegaron a poblar estas lejanas tierras, y preparar el camino para los colonos que llegarían a habitarla, era una feroz e inhumana acción contra seres humanos, pero sin embargo no era un problema y no se consideraba una falta de escrúpulos. Tomar mujeres, niñas y niños selk’nam para satisfacer la carencia de personal de servicio en las casas de los colonos no era problema; era según percibimos hoy en día, aprobado por la iglesia y la sociedad y era algo brutal que no obstante no tenía mayor trascendencia; era como ofrecer/adquirir una cosa o una mascota de la cual se podía tener dominio y propiedad. Por lo menos es la impresión que tenemos como descendientes del pueblo Selk’nam. Nuestras historias son así, poco elegantes, sin filtros. Sin miramientos podemos decir con la cara limpia y de frente, que nuestros abuelos o bisabuelos y bisabuelas fueron usados, comercializados, tratados como animales, expuestos en zoológicos, circos, e incluso ignorados por la sociedad por el solo hecho de ser Selk’nam. Cuando hablamos de la gran herencia cultural de la que estamos muy orgullosos, también hablamos de la herencia discriminatoria de la que hemos sido objeto por más de 100 años.

Aun en conocimiento de que del lado Argentino, en la misma Tierra del Fuego existe la comunidad indígena Selk’nam “Rafaela Ishton”, se insiste en cerrar los ojos y no se quiere ver la realidad, pues si del lado Argentino hubo sobrevivientes, ¿por qué no del lado chileno? Pero hemos optado primero por el silencio, la cautela... Hemos heredado el temor, pues cada vez que hubo alguien que se proclamara descendiente de nuestra cultura, ha habido todo tipo de acoso sobre esa persona, y se les han exigido pruebas y denostado a quienes tuvieron la valentía de hacerlo. Más de alguien prefirió emigrar y quedarse del lado argentino... o sumirse en el silencio y pasar inadvertido, para evitar el acoso y la violencia.

Ya no nos cortan las orejas como en la época de los primeros estancieros, pero en cambio, nos miran en menos, no nos consideran, nos tachan de farsantes y nos exigen pruebas. No solo cortaron las orejas de nuestros abuelos, también cortaron los lazos entre quienes sobrevivieron, unos lejos de otros, sin saber si hay más, e hicieron difícil averiguarlo. El saberse descendiente en la más absoluta soledad, en medio de un entorno que nos grita que estamos extintos por todos los medios posibles, ha hecho que la existencia silenciosa del Selk’nam haya devenido en violenta y traumática. ¿Cómo ser quien eres, si todo a tu alrededor dice que ya no existes?

Alguna vez me han enrostrado mi calidad de mestiza y no lo niego, sí, soy mestiza porque mi gente fue abusada, saqueada, expuesta como pieza de museo, como animales de circo. Soy mestiza porque nuestras mujeres fueron violadas, porque nuestros hombres fueron aislados y esclavizados, porque se unieron a otras mujeres con las que pudieron legar su sangre y sus recuerdos. Para nosotros el mestizaje fue la salvación. Y sí, soy mestiza pero por sobre todo soy Selk’nam porque esa fue mi herencia.

 

Nuestro proceso actual de reivindicación legal

En la actualidad, los Selk’nam nos encontramos mimetizados en la sociedad chilena; invisibles, caminamos por las calles a veces con incertidumbre, con temor, con dolor... pero con toda seguridad, siempre nos acompaña el orgullo de ser herederos de una cultura que está presente en la memoria, en el hogar y en el corazón.

La historiografía es caprichosa, porque releva los aspectos importantes para aquel que la escribió, y silencia los que estorban o le parecen sin importancia. Por lo general, quien escribe la historia y la determina es quien o quienes han sido beneficiados, o han vencido en un período determinado. Es por ello que se nos enseña desde el capricho de quienes vencieron gracias a una posición de poder privilegiada. Desde tal perspectiva resulta fácil entender por qué se niega la existencia del pueblo Selk’nam. Y es que las versiones oficiales dan cuenta de hechos inhumanos y vergonzosos que tuvieron lugar en Tierra del Fuego. La historia que se cuenta es muy cierta, pero está incompleta. Se omite en esta historia la versión de aquellos que por diferentes razones, no se encontraban en los lugares donde todos murieron. Ya sea porque, como ya reseñamos, fueron entregados a los colonos para el servicio doméstico, para el trabajo de las minas, para las faenas de las estancias, o fueron sustraídos de su tierra para reclutarlos como marineros, militares o simplemente porque hubo familias que huyeron de los secuestros y masacres ocultándose por sus propios medios. Poco se conoce de estas historias, y es porque se han mantenido ocultas, primero en un acto de supervivencia de quienes se sabían en peligro de vida, luego el silencio se traspasó a los hijos, a lo que se sumó la vergüenza acrecentada por la gran discriminación que trajo consigo el proceso de chilenización y homogenización cultural. Dígase de paso que este proceso fue transversal para todos los pueblos originarios de América. Los Selk’nam no fuimos la excepción y pasamos desde el exilio y la enajenación cultural violenta, al silencio y la resistencia a una discriminación sin tregua hasta el día de hoy.

Cambiar la realidad es un desafío para todos los Selk’nam que nos encontramos en la actualidad dispersos en el territorio nacional y en el extranjero. No obstante, frente a los antecedentes aquí expuestos, queda claro que el hecho de que seamos un pueblo en período de invisibilización no significa que no estemos vivos, y muy por el contrario, nos hemos erguido con más energía que nunca para enfrentar la negación, la resistencia frente a nuestros argumentos, la incredulidad provocada por la desinformación, el hasta ahora bajo interés de la academia por entender los procesos de supervivencia de cada familia, y la absoluta indiferencia de un estado que da por hecho que   no existimos, sin hacerse cargo de la responsabilidad que le cabe en las atrocidades del pasado. Todos estos aspectos hacen de nuestro trabajo una odisea diaria tanto en la vida cotidiana para mantener nuestro legado al interior de nuestros hogares, como en nuestra comunidad, así como en los esfuerzos por crear espacios de diálogo e interacción con diferentes organizaciones o entidades del estado, pues para este ya existe una postura oficial.

El reconocimiento del genocidio Selk’nam y Aonikenk (tehuelche del sur) por parte del estado fue planteado en 2007, cuando el entonces senador por Magallanes, Pedro Muñoz, presentó una moción que fue discutida en las comisiones de cultura del Senado y de la Cámara de Diputados. En la cámara alta el tema se debatió y se hizo referencia al informe de la Comisión de verdad histórica y nuevo trato con los pueblos indígenas, que definió como genocida la ocupación de Patagonia Austral y Tierra del Fuego, sin embargo los señores Andrés Chadwick y Mariano Ruiz-Esquide plantearon reemplazar el término genocidio por extinción, dadas las consecuencias que se pudieran generar para el estado al hablar de genocidio; este planteamiento fue respaldado por el entonces senador Carlos Cantero. Esto llevó a que se aprobara por unanimidad reconocer “la extinción de las etnias”. Por otra parte, una vez pasado el proyecto a la Comisión de educación de la Cámara de Diputados, se resolvió utilizar el concepto de genocidio. En discusión plenaria, los diputados Giovanni Calderón, de la Unión Demócrata Independiente, UDI, y Jorge Sabag del Partido Demócrata Cristiano, PDC, se opusieron al reconocimiento del genocidio, “pues el delito de lesa humanidad no prescribe y puede derivar en indemnizaciones” a las víctimas. El interés presupuestario por sobre la verdad histórica.

Desde entonces el proyecto de ley permaneció sin urgencia, hasta marzo de este año (2019), cuando por iniciativa de la senadora Carolina Goic, se aprueba una moción que establece el genocidio de los pueblos Kawésqar, Yagán, Selk’nam y Aonikenk, y que se levantará un memorial en la comuna de Porvenir, en Tierra del Fuego, como recordatorio de que nunca más debe suceder en nuestra historia un hecho como el ocurrido con nuestro pueblo[5].

Esta Moción fue semejante a un terremoto bajo nuestros pies, pues saber que se reconoce legalmente el genocidio es una muy buena noticia, pero sin embargo, esta misma ley establece desde su espíritu y redacción, que tanto los Selk’nam como los Aonikenk estamos extintos. Seguimos viviendo en medio del genocidio. Estamos, somos, pero no nos ven ni reconocen.

Desde el momento en que se dio a conocer esta noticia, reaccionamos como comunidad y nos enfrentamos a grandes decisiones. Callar significaba avalar nuestra extinción legal. Levantar la voz era enfrentarse con todos los miedos heredados, luchar no solo con la historia, sino también con el estigma y la oficialidad. La gran pregunta en ese momento fue: ¿estamos preparados, sicológicamente, emocionalmente, espiritualmente, académicamente y, por sobre todo, legalmente para hacerlo?

No hubo mucho tiempo para analizar nuestras posibilidades y simplemente reaccionamos. En menos de una semana hicimos una declaración pública en la que manifestamos nuestro sentir, enviamos una carta a las Naciones Unidas y comenzamos un desconocido camino hacia la visibilización violenta, así como todo ha sido en nuestra historia, pero esta vez decidimos nosotros.

Cabe destacar que hace algunos años –algo que seguramente muchos recordarán–, se elaboró una petición a través de change.org, iniciativa de Nicolás Gómez, Alberto Harambour y Jorge Marchante, quienes la dirigieron al entonces Intendente de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, Jorge Flies Añón. En ella se demandaba el reconocimiento del genocidio Selk’nam por parte del estado de Chile y el inicio de un proceso de reparación histórica que incluyera el levantamiento de un memorial, la repatriación de los cuerpos de los Selk’nam deportados y la dignificación de la memoria de las víctimas de la colonización[6].

Indudablemente, estos gestos son desde nuestra perspectiva un aporte, no obstante, en estas acciones no existe ningún estudio previo que tenga el ánimo de investigar si es verdad que estamos extintos. Continuamente somos espectadores de homenajes, encuentros, conversatorios, análisis y estudios sobre nosotros, pero sin nosotros. En ellos solo se plantean discusiones del pasado y se niega la sola posibilidad de nuestra existencia y continuidad cultural en el presente. Aunque es importante reconocer, de nuestra parte, que los últimos acontecimientos desde marzo a la fecha han producido reacciones que nos favorecen, como por ejemplo, el interés de académicos y políticos por conocer nuestra historia... esa que no es oficial.

Las reacciones fueron diversas, pero sin duda las energías y nuestros ancestros nos favorecieron. Comenzamos un arduo trabajo para llegar a los diputados, conversamos con muchos, que accedieron a conocernos y escucharnos, y redactamos un proyecto de Ley con la imprescindible ayuda de un hermano Quechua aymara, nuestro asesor Ariel León, a quien confiamos este nuevo capítulo en la historia y procesos de nuestro pueblo.

Nuestro proyecto de Ley solo tiene una petición, agregar una coma”, y el pueblo Selk’nam”

Este proyecto tuvo una amplia acogida y fue así que el día 6 de Agosto del 2020, fue ingresado con el apoyo y firma transversal de todas las bancadas. NO apelamos al setido político partidista, apelamos al humano consecuente con la justicia y a la tremenda necesidad de nuestro país de conocer la historia en todas sus versiones y de reparar el derecho a la existencia de un grupo humano que aún se encuentra invicibilizado y sin derecho alguno.

Fueron muchas las reuniones con parlamentarios, con la comisión de Pueblos originarios y derechos humanos en donde hubo una votación unánime en favor de nuestro proyecto, con el ministerio del desarrollo, con el Padre Innstructor de la Iglesia Salesiana, y con todas las personas que teniendo o no algún cargo en la politica o academia chilena, era para nosotros valioso su tiempo y que nos diera la oportunidad de darnos a conocer.

Muchas puertas fueron tocadas, y muchas se abrieron.

 Los días 23 y 24 de junio del mismo año fueron decisivos, nuestro proyecto de Ley fue puesto en tabla, y su discusión no fue fácil, pero el día 24, como un buen augurio y muy simbólicamente, en el día de los Pueblos Originarios en chile, nuestro proyecto fue aprobado por 148 votos a favor y dos abtenciones.

Un primer avance que fortalece a nuestro pueblo, y que transforma tanta desazón en esperanza. Estamos a la espera de la segunda instancia. La historia de esta etapa aun no se puede contar, sin embargo nada parece fácil,

La realidad es espinosa, pero a la vez contrasta con el intercambio de hermosas experiencias de vida, el reencuentro con la cultura Selk’nam, el conocer nuevas familias que se encuentran frente a frente con sus historias, y sin lugar a dudas, el saberse Selk’nam es una felicidad y un orgullo, que  difícilmente se puede describir con palabras. Hubo que esperar mucho en medio del silencio y la incertidumbre. Gracias a la globalización ha sido posible    comenzar, a través de la web, una comunicación entre personas que se auto identificaban como descendientes Selk’nam. Aun cuando siempre hubo conocimiento, en algunas familias, de la existencia de otras, y hubo lazos entre ellas a pesar de la distancia, se trató de una comunicación interna, sin el ánimo de proclamar ni hacer pública alguna posición específica. Ya desde el año 2000 en adelante, se asomó un tímido proceso en el que se empezaron a reunir estas personas y comenzó a nacer la necesidad de mantener el vínculo para recordar y compartir historias familiares, y evocar a los ancestros. Empieza así el resurgimiento de una comunidad Selk’nam en Chile

 

Símbolos y organización

Hay de por medio todo un trabajo y dedicación silenciosa por mantener la memoria, algunas costumbres que, a pesar de toda la intervención y manipulación cultural, se resisten a desaparecer al interior de nuestros hogares, nadie planificó, solo se empezó a vivir la necesidad de reunirnos para hacer familia, para hablar de lo que cada uno tenía como retazos de recuerdos. Ya en el año 2010 nace un primer símbolo que comienza a identificarnos, una bandera que nos acompañaría hasta el 2017 cuando conocimos la bandera ancestral que confeccionaran las niñas de la Misión Salesiana de Isla Dawson y que se encuentra en el Museo Salesiano Maggiorino Borgatello de Punta Arenas, esta bandera se queda como símbolo del dolor y la esperanza de nuestro pueblo y con la que hoy en día nos sentimos unidos y nos damos a conocer. Junto con ella, nos quedamos con el ejemplo de una gran mujer que nos incentivo a querer trabajar y ocuparnos de aquellas familias y personas que aún deambulan en el territorio, que se saben descendientes pero no tienen la posibilidad de conocer más de sus propias historias. Fue así como tomamos el nombre de Covadonga para autonombrarnos como comunidad indígena.

No pretendemos crear la sensación de que estamos re-creando una cultura, ya que somos nosotros lo que queda de ella, somos los vestigios y los chispazos de la memoria que resistió… y no queremos levantar una falsa expectativa. La forma de vida natural de nuestros ancestros, la transhumancia y la caza, son efectivamente una forma de vida que se perdió en el pasado y que hoy se recuerda con nostalgia. Somos el resultado de una intervención violenta, sin transición, pero sí, somos los Selk’nam de la actualidad, los que van a la peluquería, los que aprendieron desde la escuela de población, que fueron al liceo y que siguieron estudiando con sus propios medios; somos los que tenemos trabajos como cualquier otro chileno, en alguna ciudad de este país o en el extranjero. Lo que nos hace diferentes es el gran legado de sangre que tenemos y compartimos, nos sabemos descendientes, nos duelen las historias de las familias, nos une el sentido de no pertenencia que heredamos junto con el dolor del exilio, la enajenación cultural, la identidad truncada y la imposibilidad de tener una historia clara y consensuada como todos los chilenos. Nos piden pruebas… nosotros pedimos herramientas para encontrarlas, antes que nuevamente se cometa otra injusticia.

Poco a poco fuimos siendo conocidos y reconocidos por organizaciones de otros pueblos, las que nos acogieron. No pasó mucho tiempo y nació la necesidad de participar como organización. Así fue así como nació en el año 2015, la “Corporación del Pueblo Selk’nam por el Rescate, Valoración e Identidad Cultural”, más conocida como Corporación Selk’nam Chile[7].

Es a través de la corporación que pudimos ordenar los esfuerzos y materializar nuestra participación en la sociedad chilena. La corporación nos ha permitido ser parte del trabajo de la Oficina de asuntos indígenas de la comuna de Santiago, capital de Chile; también nos llevó a crear un nexo muy importante desde 2015 con la universidad Católica Raúl Silva Henríquez, que es una universidad salesiana, la que nos ha acogido y brindado todo del apoyo para dar inicio a nuestras primeras investigaciones, acompañados y guiados por sus académicos. También pudimos participar de consultas indígenas, como las de Salud, Cultura y Educación, y sobre el proceso constituyente, todo lo cual, de alguna forma, nos reconoce ya como pueblo y cultura viva.

Podría citar más instancias de apoyo, como otros municipios que nos consideran constantemente, como Recoleta, pero sin embargo, lo relevante es destacar el hecho de que hoy en día existen instituciones y redes de apoyo que nos permiten tener una ventana de esperanza. En la actualidad, estamos concentrados en el proceso legal, para solicitar a través de un proyecto de ley nuestra integración a la Ley Indígena Nº 19.253, y no menos importante, no dejamos de ocuparnos del espíritu que nos llevó a crear una corporación. El fortalecimiento de nuestra cultura, el rescate de nuestros hermanos que aún no tienen posibilidad de conocer sus historias de familia, a través de estudios de oralidad, historiografía y genealogía.

En este trabajo, el rol de la mujer es muy importante, ya que al ser mayoría, tenemos también la responsabilidad adquirida en forma voluntaria de alimentar los nexos entre nuestras familias, de fomentar la artesanía y gastronomía, como también apoyar a todas aquellas familias que, felizmente, van apareciendo, sin olvidar que todas hemos pasado por la tristeza de no saber que hay más selk’nam con conciencia de su ascendencia, cuestión que por generaciones nos hizo pensar que estamos solos en el mundo. El re-encuentro con estas familias nos enriquece, nos entrega más fragmentos de memoria que van conformando un gran tapiz de memoria colectiva que de alguna manera explica cómo ha resistido nuestro pueblo a una política de exterminio, a un genocidio, a la enajenación cultural, al exilio; del mismo modo queda en la memoria la resistencia que hemos ofrecido a través del mestizaje frente al riesgo de nuestra desaparición, para así defender no solo nuestra existencia, sino también nuestro patrimonio histórico, cultural y espiritual.

El Selk’nam es, en la actualidad, uno más entre millones de chilenos; usamos las redes sociales, los teléfonos inteligentes, tenemos carreras convencionales y vestimos a la moda como cualquier otra persona. Quedó atrás el romanticismo de vestir pieles y salir a cazar, mas ello sigue siendo parte de nuestra historia cultural, la que seguimos traspasando de generación en generación. En silencio, esperamos el día en que no tengamos que defendernos por el solo hecho de ser descendientes de un pueblo que por desconocidas conveniencias, a causa de diversos malentendidos o por comodidad, se prefiere pasar por alto y catalogarlo como extinto.

Hema'ny Molina



[1] Atelèlè: nombre original del Estrecho de Magallanes.

[2] Karwkynká: nombre original de la isla grande de Tierra del Fuego.

[3] Sumario sobre vejámenes inferidos a indígenas de Tierra del Fuego [Punta Arenas, Legajo 75, Archivo Judicial de Magallanes] [Expediente] Nº 112 de 2 de Diciembre de 1895 [Ricardo Escobar Cerda, Secretario, Corte de Apelaciones de Valparaíso].

[4] Martin Gusinde, Expedición a Tierra del fuego. Mario Orellana R.  3ª Ed. 2015. Editorial Universitaria, págs. 167-168

[5] Moción, Boletín N° 11.017-17.

[6]  “El Mostrador”, 16 de Abril de 2016.

[7] Corporación Selk’nam Chile. PJ N° 208698 de 27 de Julio de 2015.

 

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